Las ensaladas de la senorita Giselle, 2016

Comentario por Roy C Boland Osegueda, Catedrático de Españo en el UNSW

"Las ensaladas de la señorita Giselle" es un cuento de elegancia verbal  y de una estructura esmerada del escritor paraguayo Esteban Bedoya, actualmente radicado en Canberra, la ciudad capital de Australia. En su momento este relato formará parte de la antología Cuentos australianos de este autor sudamericano, quien, con el ojo perspicaz y sensible de un extranjero,  capta las idiosincrasias de un país que   ha llegado a conocer muy bien  y por el cual  expresa  un cálido afecto.

Según el gran escritor y crítico  peruano, Mario Vargas Llosa, una buena  obra literaria admite  tantas lecturas como hay lectores, porque las palabras, imágenes, motivos y símbolos son  ambiguos y hasta contradictorios, por lo cual las interpretaciones varían en función de las sensibilidades y experiencias de los lectores. Una lectura posible de "Las ensaladas de la señorita Giselle" es que consiste en la confesión—un tipo de cura de la palabra— de parte de un narrador atribulado. Recostado en un sofá metafórico, este narrador relata    las cuitas de amor  que le ha hecho pasar   recientemente  una  sensual   veinteañera, la "señorita"   Giselle, con quien está obsesionado y a quien le dedica unos ditirambos salaces. El interlocutor del narrador es   el lector, quien se ve obligado  a jugar el papel del  psicólogo  que debe ayudarle  al   paciente   a  interpretar,  comprender y asimilar   su   historia  traumatizante  con Giselle.  

El narrador/paciente se llama Carlos Arzamendia,  un  viudo paraguayo sesentón, de baja estatura y  regordete.  De ascendencia guaraní, Carlos es muy consciente de su origen  étnico , a tal grado que  se autodenomina "el indio Arazamendia", lo cual delata  cierto sentido de inferioridad, agudizado, quizá, por ser un inmigrante en Australia, un país anglosajón. 

Las ensaladas de la señorita Giselle ahora disponible en Kindle. 


El apocalipsis segun Benedicto, 2008

Ganador del PEN America / Edward and Lucy Tuck Award 2010 

Comentario por Mercedes Guirado Hontanar, abril de 2012

He tenido la fortuna (que debo enteramente a las condiciones de Michael Gamarra como editor y como gran difusor de buenas obras), de que llegara a mis manos este volumen del escritor, además de diplomático, arquitecto y otros creativos quehaceres, Esteban Bedoya, nacido en Paraguay y como lo atestigua suliteratura, ciudadano del mundo. Cuenta la edición, en sus páginas finales, con un comentariodel profesor Roy C. Boland y me apresuro a afirmar que ese excelente colofón puede eximirnos de más análisis, porque rescata y señala todo cuanto hay de interesante, de original y de buen hacer en cada uno de los cuentos. Pero me permitiré abundar, sólo por el egoísta afán de mostrar mi propia satisfacción al encontrar una pluma excelente en nuestro idioma, que tanto amamos. Bedoya me parece tan escritor como pintor: en cada historia traza unas pinceladas que nos colocan de inmediato en el ambiente y en los colores en que se mueven sus personajes. El Apocalipsis según Benedicto –como bien afirma Boland– es novela corta. Y tiene largo aliento. Con finura de bisturí diplomático, nos interna por los vaticanos rincones y, con gracia y sin miedo a la transgresión, idea una situación tan ingeniosa, humana y sorprendente, que bien podría ser tenida en cuenta por alguna mente abierta de miras (aunque ya sabemos que ello noabunda en esos sacros recintos). Luego, en Los González Espino nos sumerge con garra de crudo narrador en el mundo brutal del terro rismo de Estado en la Ar gentina. Y cuando se aden tra en los ambientes sutiles y oníricos de El camino interior, pone como marco el dulce paisaje suizo. Cie rra Bedoya esta entrega con una entretenida historia, Vi lla Eloísa, por los meandros del cinismo, el arribismo y la corrupción en Paraguay, con fuerza y expresividad que otorgan vida real a los personajes. Lo antes dicho: al cabo del disfrute de los cuentos, Roy Boland nos regala las llaves para adentrarnos con más plenitud todavía en el libro del escritor, que nos devuelve el optimismo acerca de la literatura en castellano, con orígenes latinoamericanos. . 

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La fosa de los osos, 2003

Crítica literaria
Por Ethel De Belva de Calvo, 
Para la revista “Letras de Buenos Aires”, Bs.As. Noviembre de 2007

Si bien la infancia de Esteban Bedoya transcurre en su Asunción natal, desde su adolescencia y juventud es Buenos Aires el escenario de sus estudios y de su desarrollo creativo, tanto en las letras (disciplina por la que recibió premios de la Asociación Latinoamericana de Poetas y de la Editorial Helguero, en 1982 y 1983 respectivamente), como en la plástica, de la que dan cuenta sus trabajos de escenografía para importantes proyectos teatrales.

El texto que reseñamos, La fosa de los osos y otros relatos, esta precedido por una introducción a cargo del Lic. Julio Peñate Rivero, especialista, entre otros dominios, en literatura latinoamericana y en el siglo XIX español.

En “esa invitación a la lectura”, se consideran minuciosamente los diferentes aspectos que ofrecen este libro: técnicas, recursos, tratamiento del tiempo, caracterización de los personajes, los rasgos que parecerían coincidir, a veces, con las vivencias de Esteban Bedoya; finalmente, la configuración de su estilo.

Cabria detenerse en el uso de algunos recursos caracterizadores del cuento moderno, como la brevedad y el final desconcertante: con neta transparencia en unos casos, crípticos o ambiguos en otros, los relatos sorprenden al lector en su resolución final, insólita, inesperada (“El amor del gato y la mosca”, “Amor en una noche de verano”, “Treinta y tres grados seis decimas” son ejemplo de ello).
La ironía caustica en algunas situaciones (“La importancia de llamarse Jean Baptiste Pororó”), la clara alusión a los avatares políticos de su país (“Adán el exterminador de serpientes y su pacto con la muerte”), la ficción policial, mezclada con la referencia a lugares y personajes inusitados (“La fosa de los osos”), evidencian no solo un adecuado manejo del lenguaje, sino también la actitud lúdica con la que el autor expresa las voces comunes, cotidianas… y las inventadas. La alucinante combinación de realismo y fantasía se destaca claramente en “Mi hijo es un ángel”.

El discurso narrativo de Bedoya se presenta con amplitud de perspectivas: a veces, el autor describe de manera estereoscópica las distintas visiones de sus personajes (“La fosa de los osos”); más frecuentemente, el es el protagonista de la historia.

La práctica de estilo directo, y la del indirecto libre, le permiten economizar, en beneficio del ritmo narrativo, la caracterización de los personajes y agilizar la resolución de las acciones.

Es oportuno concluir esta breve reseña con el concepto final del Lic. Peñate Rivero: “Estos textos valen ciertamente por lo que anuncian en futuros trabajos de su autor pero también valen por sí mismos y están llamados a figurar dentro del patrimonio reducido pero muy brillante de las letras paraguayas y de las españolas en general”


La colección de orejas, 2013

Comentario por Irina Ráfols, abc.py

La colección de orejas, de Esteban Bedoya 

Aristóteles distinguía, dentro de la retórica, tres elementos que servían para aportar un análisis integral de los individuos y sus acciones. El ethos, las costumbres o la moral; el phatos, relacionado con las emociones, y el logos con la razón. Críticos como Harold Bloom tomaron estos elementos para aplicarlos al plano de la ficción, siendo este uno de los análisis que aplica a las obras elegidas en su Canon occidental1. Siguiendo a Bloom, son estos tres elementos los que analizaremos en la novela La colección de orejas, de Esteban Bedoya, que ya ha dado que hablar en la literatura paraguaya con obras como Los malqueridos, La fosa de los osos y sobre todo con El apocalipsis según Benedicto. 

La colección de orejas nos habla de los efectos de la dominación de la tierra, considerando la dominación no solo en cuanto a espacio geográfico, sino a lo que esto incluye: los hombres y sus culturas. El pathos de la novela pasa por dos fuertes emociones, ejes de la trama, ligadas a la brutalidad, por el lado de los políticos corruptos, y al salvajismo, por parte del inferior, como única defensa. Brutalidad y salvajismo desencadenan la forma en que estos personajes principales se van a conectar entre sí. Un político que busca candidatarse, que en la intimidad es un consumado degenerado y explotador; un indio mbya albino que aparentemente es sumiso y dócil, incapaz de hacer daño a nadie.

Nos figuramos un Paraguay ligado al mundo de los grandes hechos históricos que vive la repercusión de crímenes de lesa humanidad, no solo de la época de Stroessner, sino también de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, relacionado con la red de colaboración secreta de Odessa, con la facilitación de la huida de exmiembros de la S.S. La aparición de Joseph Mengele añade un ambiente densamente siniestro que permite un buen contraste de emociones entre los personajes que lo rodean. Un ambiente oscuro e infernal queda como huella a su paso, la experimentación humana en busca de la raza perfecta. El ethos en Mengele implica una escala moral manejada con otros elementos no tradicionales. Todo se vale para la ciencia —la eugenesia— según su punto de vista. Para el científico no hay mal, sino un bien mayor a largo plazo en la construcción de una nueva generación de hombres y mujeres, la raza superior. De la misma manera, para el senador Rafael Pavón, el coleccionista de orejas, el ethos pasa por una doble vida, la aparente y respetable, necesaria para conseguir los votos ciudadanos, y la íntima, donde revela su verdadera conducta, el abuso y la degeneración que involucra a seres inocentes. A eso se suma su costumbre de coleccionar orejas humanas, que lo dejan al mismo nivel de indiferencia por el valor de la vida como el propio Mengele.

El logos viene de manos del oficial Estigarribia, que busca la razón, investiga un crimen y trata de reconstruir los hechos para darles sentido. Pero si llegara a encontrar esa razón que busca, la justicia humana sería imposible. Cristino está más allá del bien y del mal de las leyes sociales. Es un salvaje, un corazón puro no conquistado ni por el bien ni por el mal, lo que equivale a decir, ni por el cristianismo –cultura dominante– ni por la perversidad de los bajos instintos de su entorno.

Esta es una novela que habla de las raíces de nuestra sociedad y muestra que la actualidad no ha cambiado para nada. Desfilan lugares significativos de Asunción y personajes reales conocidos del quehacer político, inclusive de nuestra actualidad. Muy buen manejo de registros del nivel del lenguaje, y la inclusión oportuna de otras voces en otros idiomas.

La mejor construcción de personaje es, sin duda, el Mita’i morotí, Cristino, quien es confundido con el legendario Jasy Jatere, oscilando entre la realidad y el mito. Llega a trasmitir su gracia cuando al dirigirle la palabra, la única forma de contestar es describiendo recetas de platos típicos paraguayos. Tiene encanto y tiene comedia, además de representar a la cultura condenada.

En definitiva, Bedoya define su estilo por un tono crítico bizarro que sabe cómo retratar a personajes corruptos desde la oscuridad, desde el clímax de lo más morboso del ser, allí donde es libre de manifestar sus desequilibrios y desviaciones. Sin embargo, a través de la exposición de los bajos instintos, suelen aparecer seres puros que solamente con una ley propia que se dan a sí mismos adquieren el carácter de héroes anónimos, testificando que no se nos puede mentir todo el tiempo.

No puedo dejar pasar la travesura literaria de la contratapa de La colección de orejas, de esta ejemplar edición de Cervantes Publishing2, escrita nada menos que por el Marqués de Sade, y mi sorpresa al enterarme de que Sade tuvo sensaciones un poco incómodas al leer la novela. Eso sí que es bien raro, teniendo en cuenta que sus personajes se sabían acomodar muy bien a todas las circunstancias. A mi parecer, no solamente hay un toque de humor genial donde uno menos se lo espera; también encuentro una crítica a muchos de los libros que suelen tener en la contratapa el solemne comentario de algún amigo o personaje mediático diciendo que la novela es muy buena o que le gustó mucho. Un touché de Bedoya.


Los Malqueridos, 2005

Crítica literaria
Por Enrique Marini Palmieri

La técnica de escritura de un cuento es claramente diferente a una novela, sin embargo parecería que Bedoya se resistiese (de manera exitosa) a abandonar ciertas fórmulas cuentísticas, mimetizándolas con naturalidad, gracias a una prosa brillante que le permite superar sin traumas los límites entre los distintos géneros literarios.

La sorpresa que genera cada uno de los textos de Bedoya, nos deja boquiabiertos Eso ocurre con la novela “Los Malqueridos”, donde Autor y obra se incluyen en un ámbito más amplio que el nacional, junto con en el de los escritores hispanoamericanos y prosistas que mencioné al inicio.  Con Pitol, Premio Cervantes de 2005, Bedoya se halla en una relación de empatía, tanto de formas como de temas y tratamiento del discurso, sellándose con ella la originalidad y la pertenencia de Los Malqueridos al ámbito evocado. Señala el catedrático Marini Palimieri (profesor de la Sorbona y de Valencienes), quien además dice: “En ambos (Bedoya-Pitol), el trabajo del discurso busca la riqueza léxica y los registros que, por momentos, pueden chocar; y se caracteriza por la imaginación fértil, la ironía corrosiva y paradójicamente estimulante. A la vez, la originalidad de la prosa de Bedoya se funda, ya en la tradición picaresca –la de El Diablo cojuelo, de El Buscón-, mezclando en la agudeza del decir metáforas, figuras de símil, hipálajes y vocablos de corte soez que suenan a latigazos; ya en la romántica –la de El Diablo mundo-, proponiendo una visión apocalíptica de la especie humana de extremo pesimismo. Visión que se liga claramente a Jung –por el epígrafe que figura en la novela-, e indirectamente -aunque fuertemente presente en la intencionalidad narrativa, de visos esotéricos-, a Jacobo Bohme por aquello de que el universo es la encarnación material de un espíritu maligno, no de uno benigno como lo afirma la creencia cristiana.

Bedoya ve en las sagas familiares de emigrantes de dos mundos, América y Europa; en la aventura que consiste en ser de ninguna parte y de cualquiera a la vez, en la equivocidad que busca su identidad, el terreno fértil para que el Mal se transmita de una generación a otra, de un continente a otro. La historia adquiere visos policíacos inesperados en el capítulo 25, hasta el final de los 36 que comporta la novela –entre los mejores de ella-, cuando se levanta el espejo opaco del Mal, en el que se miran tanto las víctimas como los victimarios en la cadena maligna, dejando que el lector fije quiénes son los malqueridos.

 

Crítica literaria
Por Gerard Gomez, Universidad de Aix-Marseille

Sobre la misma novela, el profesor Gerard Gómez de la Universidad de Aix-Marseille dice lo siguiente: Los Malqueridos, es una obra ejemplar. Por medio de un lenguaje de extrema precisión, nunca carente de lirismo, los lugares, los objetos, las entidades mítico-simbólicas y las conductas habituales son descritos con minuciosidad, corroborando así el orden imperante en el mundo de la llamada normalidad. Pero surgen de pronto resentimientos largamente abrigados, la crueldad, la esperanza, la memoria, el engaño y la anormalidad se deslizan subrepticiamente en la vida de los personajes, todos convencidos de que a una cierta altura de la existencia ya no se tiene ambiciones sino recuerdos. Susceptibles de múltiples lecturas, mezcla de imaginación y de poesía, los relatos bedoyanos constituyen una innovadora incursión en el terreno de la literatura paraguaya y ponen de relieve la maestría con que nuestro escritor capta los recursos literarios idóneos para exponer un universo tan personal y universal a la vez. Los Malqueridos esconde en su último significante la incapacidad del individuo de superar el destino que se traza o que le han trazado desde siempre y para siempre.


Los Gonzalez Espino, 2011

Esta edición de “Los González Espino” fue publicada en el Uruguay, dentro de una colección de libros de bolsillo de no más de 50 páginas; también fue publicado en la web page de la revista de poesía “Isla Negra”. Originalmente, éste relato formó parte del libro “El Apocalipsis según Benedicto”. 

“Los González Espino” nos sumerge con garra de crudo narrador en el mundo brutal del terrorismo de Estado en la Argentina de la última dictadura militar, a través de un lenguaje de ficción fantástica.