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Esteban Bedoya (Asunción Paraguay, abril de 1958).

En el año 1965, mientras cursaba la escuela primaria, en plena dictadura de Stroessner, sus padres lo sorprendieron con la mudanza a Buenos Aires.

Los primeros años en la Argentina, le enseñaron el significado del desarraigo, tiempo en el que experimentó la solitaria exploración de los rincones secretos de una gran ciudad (desde los conventillos de San Telmo, las caminatas por la Costanera Sur, hasta los fines de semana con sus tíos, en el Jockey Club de San Isidro).

Los primeros años de infancia en Buenos Aires, acabaron como si hubiese sido un invierno crudo que no se quiere recordar. Luego vinieron los años felices, rodeado de amigos, disfrutando el descubrimiento del mundo adolescente, del crecimiento físico, del espíritu crítico, y de la elección de la carrera universitaria. Se recibió de arquitecto, mientras alternaba sus estudios con clases de literatura. Fue una época fructífera para la creación de ficciones, que le permitieron obtener dos premios literarios, (Asociación Latinoamericana de Poetas, 1982 y Editorial Helguero, 1983). Todo presagiaba que el joven arquitecto encaminaría su actividad hacia la literatura, pero un hecho largamente esperado cambió sus planes. En 1989 la dictadura de Stroessner fue derrocada por un golpe militar, y se abrió un periodo de transición democrática. Bedoya decidió que tenía cuentas pendientes con su país, y regresó con la todavía inmadura idea de poder recuperar un sitio que había abandonado de manera involuntaria.

Ya en el Paraguay, en el año 1991 ingresa al Ministerio de Relaciones Exteriores, además de terminar el curso de la Maestría de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Asunción. Desde entonces, viajó por el mundo, y ocupó cargos directivos en la Cancillería, y como Jefe de Misión, en las embajadas del Paraguay, en Suiza y en Australia.

Mientras desarrollaba su actividad diplomática, siguió consagrando el tiempo necesario para la creación literaria. Hasta que pasados veinte años de la obtención de su primer premio como escritor, decidió publicar su primer libro. Luego llegarían otros tres y un importante premio internacional, del cual se enteró, mientras ejercía su cargo de Cónsul General del Paraguay en Melbourne.

En la actualidad, las motivaciones de Bedoya variaron. En un principio, sus textos fueron obras en las que el autor tuvo la necesidad de describir un mundo que se le “atragantaba”. En cambio hoy, ya liberado de muchos fantasmas, ha terminado dos libros -de próxima publicación- “Relatos australianos” y “Una segunda oportunidad”.

Bedoya se nutre de los más variados personajes de la fauna humana, seguramente estimulado por sus experiencias de la niñez, por sus contactos con campesinos, mendigos, burgueses, nobles y políticos, a quienes conoció a lo largo de sus 58 años, ya fuera en una villa miseria latinoamericana, como durante una cena en un palacete europeo.

Bedoya es miembro del PEN America, de la Sociedad de escritores de Fribourg, Suiza, y del PEN del Paraguay. Además, es miembro de honor del Souvenier Napoleonien de Mónaco, y Caballero de la Orden de Saint Maurice et Lazare. 


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